martes, 19 de abril de 2011

ALFAMA BAIXO Y CHIADO

3º DIA ALFAMA, BAIXO Y CHIADO 

En nuestro 3º día de viaje optamos por quedarnos en Lisboa y empezar el día como siempre bien temprano, coger el metro y bajarnos en Baixa-Chiado. Empezamos visitando el barrio de Alfama el más antiguo de Lisboa conservando en la actualidad el aspecto de hace siglos, con sus casas apiñadas y callejuelas sinuosas, escaleras que suben (o bajan) por todas partes y la ropa tendida al sol directamente en la calle.
Nos ponemos a caminar por una de las calles que llevan a la catedral y nos encontramos primero La Iglesia de Santa María Magdalena, donde se prohíbe hacer fotos, a continuación la Iglesia de San Antonio, patrón de Lisboa.
La iglesia erigida en su honor fue destruida por el terremoto de 1755 y en la actualidad sólo la cripta corresponde a la iglesia original, donde Juan Pablo II en su visita a la ciudad paso unos minutos rezando. Una parte de la obra se financió con dinero recaudado por los niños lisboetas que iban por las calles pidiendo “una moneda para San Antonio”, de ahí que este siempre rodeado de niños en sus esculturas. Junto a la pequeña iglesia se encuentra el Museo Antoniano, que guarda esculturas, imágenes, cerámicas y escritos que reflejan la devoción de los lisboetas por el santo, así como objetos que se utilizaron para adornar la iglesia, si no tienes mucho tiempo puedes dejar de verlo, únicamente la obra más preciada es un mural de azulejos, "San Antonio predicando a los peces", que data del siglo XVII. San Antonio es el santo protector de las familias y como tradición, las parejas de recién casados visitan la iglesia para pedirle que vele por su felicidad.

A escasos metros nos encontramos con Sé, La catedral, con nueve siglos de historia sobrevivió a los terremotos e incendios que asolaron la ciudad, fue construida sobre una antigua mezquita musulmana, según testimonian vestigios descubiertos en recientes excavaciones en el jardín del claustro, que no visitamos por lo caro que era y por que continuamente esta en obras.
El nombre de “Se” deriva de “Sedes Episcopalis”, mismo nombre que identificó a este barrio de la ciudad.

La catedral tiene una mezcla de diferentes estilos. La fachada, que muestra una gran rosácea flanqueada por dos robustas torres, mantiene un sólido estilo románico, mientras que en el interior, bastante oscuro y austero, se encuentran numerosos elementos del gótico. Hay enterrados varios restos de monarcas, pero sin duda los restos más preciados de la Sé son los de San Vicente, que fueron traídos en 1173 desde el sur de Portugal. La leyenda cuenta que dos cuervos acompañaron todo el tiempo al barco que transportaba el ataúd, y por eso estos pájaros se incorporaron al escudo de Lisboa.
Seguimos caminando siempre cuesta arriba y nos topamos con la Iglesia de Santa Lucía, la fachada sur de la iglesia, junto a un jardín, está compuesta por una pared de azulejos azules y blancos en los que representan ciertos momentos históricos de la ciudad como es el caso del aspecto de la Plaza de Comercio antes del terremoto de 1755 o el ataque cristiano sobre el Castillo de San jorge en el año 1147.
Junto a la Iglesia está El Mirador de Santa Lucía, tiene unas hermosas vistas sobre los tejados del barrio la Alfama, el puerto (en obras) y el río Tajo, este espacio representa uno de los atractivos turísticos más concurridos de Lisboa.Desde el mirador es posible ver la cúpula de Santa Engracia, la iglesia de San Esteban y las dos torres blancas de San Miguel.
El mirador tiene una atractiva decoración y numerosos bancos alicatados con azulejos, es un lugar frecuentado por artesanos y pintores. Es un buen momento para tomar un respiro y hacer un alto en el camino.
Después de descansar admirando las vistas que nos ofrece este mirador, nos dirigimos hacia una de las esquinas enfrente de la iglesia donde un indicador nos marca el camino al castillo a pie, tras un recorrido de unos 200 metros por callejuelas estrechas y ,como no, empinadas, llegamos al castillo, no sin antes tropezarnos con un urinario publico ubicado en un saliente de una fachada, mi mujer al verlo exclamo... ¿y las chicas donde? las chicas lo tendrían difícil en este, consiste en un agujero pequeñito en el suelo en el que hay que hacer puntería, y las mujeres puntería, puntería no es que tengan mucha. 

Entramos en el Castillo de San Jorge, amenaza tormenta pero la temperatura es ideal para caminar. Este castillo es uno de los monumentos más visitado de Lisboa y uno de los sitios arqueológica e históricamente más relevantes de Portugal. A mi como la arqueología no me gusta mucho, pues como que la visita me resulto es un poco rollo, todo el castillo esta diafáno y después de ver el encanto y las vistas del castillo de los moros en Sintra, este como que no me dijo nada, pero aun así paso a relatar lo que en el encontramos.
 Su historia cuenta más de ocho siglos. La fortificación en la colina era, entonces, residencia de altos mandatarios y nobles, a la vez que centro militar. El castillo perdió progresivamente su función militar para dar paso a actividades cortesanas. Vasco da Gama fue recibido aquí por Manuel I tras regresar de las Indias, luego fue utilizado como prisión y deposito de armas. Las vistas y obligadas fotos cerca de los cañones que dominan el baixo y toda la ladera es lo más
destacable del castillo, el paseo por sus murallas y los patios amplios que alberga, están amenizados por la música de algunos artistas anónimos que exponen sus piezas.
 Al sur del castillo se extiende el minúsculo y encantador barrio de Santa Cruz do Castelo, que bien merece una vueltecita para deleitarse con sus callejuelas adoquinadas, fachadas descascaradas y macetas llenas de flores. Empieza a llover y
decidimos coger el tranvía 28 y volver a coger el metro en baixo-chiado. Despues de comer nos dirigimos a la Plaza Martim Moniz para coger el tranvía 28, desde esta plaza tiene su cabecera, teníamos previsto hacer todo el recorrido pero una avería mecánica en un autobús inmovilizado sobre las vías nos hizo bajarnos antes, ese es uno de los problemas con los que cuenta el tranvía en Lisboa.
Seguimos el recorrido caminando, aun en el barrio de Alfama, y nos encontramos con el convento de Nuestra Señora de Gracia, con su mirador del mismo nombre desde donde puede apreciarse el Castillo de San Jorge dominando la ladera, después de un
pequeño descanso, a pocos metros de aquí, pasamos a ver el monasterio de San Vicente, que por falta de tiempo no nos dio tiempo a verlo, ya que cierran a las 17.00 horas, por fuera, la majestuosa fachada de la iglesia fue obra de Baltasar
 Álvarez. Coronada por dos altas torres laterales, fue una innovación en la arquitectura portuguesa de la época y sirvió de modelo para las fachadas construidas en el siglo XVII en todo el mundo portugués, desde la India a Macau y Brasil. Sobre los tres arcos de la entrada, tres nichos con estatuas de San Vicente, San Sebastián y San Agustín completan la ornamentación. Junto a el monasterio esta, El Panteón Nacional que tampoco podemos entrar por que también cierra a las 17.00 horas. Lo dejamos para mañana. 
Vimos que por la parte de atrás del Panteón Nacional, hay un mercadillo al mas estilo Cascorro de Madrid, se llama la Feira da Ladra (mercado de los ladrones), un mercadillo donde puede encontrarse un poco de todo, y con un poco de suerte y siempre regateando los precios, pueden adquirirse algunos objetos artesanales interesantes sobre todo muchas antigüedades. Se desarrolla los martes y sábados.
La avería que afectaba a los tranvías estaba solventada y seguimos nuestro camino en el 28. Este tranvía es toda una institución en Lisboa, un tranvía de madera que nos traslada a otra época cuya campana no para de repiquetear para alertar a los peatones despistados que ocupan las angostas calles por las que transcurre. RECOMENDACIÓN: Hacer todo su recorrido de poco más de 8 kilómetros y una hora de duración si se hace entero de punta a punta, pasa por el barrio de Alfama, La Catedral de Lisboa, el Castillo de San Jorge, donde vuelve a bajar y pasa por la Rua da Conçençao, cerca de la Praça do Comerço, Chiado y el Barrio Alto, un lujo al alcance de todos y que suele ir lleno de turistas, con un poco de suerte puedes encontrar asiento. Dejamos el barrio de Alfama con sus calles estrechas y sinuosas para adentrarnos en el Chiado. Aquí Lisboa es muy diferente pues Chiado cuenta con plazas y calles anchas, completamente diferentes a Alfama.
Nos bajamos en Largo do chiado. El Chiado fue siempre muy frecuentado por los intelectuales y eso se percibe inmediatamente.
 En la rua garrett se encuentran antiguos cafés de principios del siglo XX, como el Café A Brasileira, en cuya terraza hay una estatua del gran poeta Fernando Pessoa sentado en una mesa (sentarse junto a él para una foto es un clásico entre los turistas).

Bajamos caminando hasta la rua do Carmo, donde cogemos el Elevador de Santa Justa, también se lo conoce como Elevador do Carmo.
Fue construido a principios del siglo XX, según proyecto del ingeniero de origen francés nacido en Porto Raoul Nesnier du Ponsard. Hay quienes afirman que Ponsard habría sido alumno del osado creador de la Torre Eiffel de Paris, Gustave Eiffel, por las semejanzas en cuanto a la utilización del hierro, pero es algo que no se puede asegurar. No obstante, se cree que aprendió las técnicas en Francia.
Por aquellos tiempos funcionaba a vapor, siendo adaptada más tarde para utilizar energía eléctrica. En su interior fueron instaladas dos elegantes cabinas forradas en madera con capacidad para 24 personas cada una, que permiten el ascenso y descenso de los turistas.


El elevador de Santa Justa permaneció como el único elevador público vertical de Lisboa; los demás son funiculares que se parecen mas bien a tranvías deslizándose por las pendientes, como el Elevador da Gloria o el Elevador da Lavra, ambos también obras de Ponsard. Una vez en lo mas alto puede optar por cruzar una pasarela que lleva directamente al chiado o bien subir unas escaleras de caracol y accederá lo mas alto donde las vistas son impresionantes.

Cruzamos una pasarela y accedemos al barrio de chiado a la altura del Convento e Iglesia del Carmen. La Igreja do Carmo fue en sus tiempos la más imponente de Lisboa por su arquitectura y decoración. Es la única que se mantiene tal como quedo después del terremoto y en su interior actualmente está el Museo Arqueológico do Carmo. El techo de la nave se desplomó sobre los fieles que estaban en misa, quedando solo los arcos ojivales desnudos que se ven hoy y se perdió totalmente la biblioteca del convento con más de 5000 volúmenes con los incendios que siguieron al terremoto. En la entrada principal hay una plaza, Largo do Carmo (Plaza del Carmen).
Una plaza encantadora que en primavera se llena de flores lilas de los árboles que hay en ella. Con sus terrazas y sus bancos incitan a sentarse y contemplar como hacen el relevo de la Guardia Nacional Republicana, que tiene su cuartel en dicha plaza.
Una vez en lo más alto del chiado nos encontramos una casa de fachada muy peculiar. La Casa del pintor Ferreira das Tabuletas, uno de los artistas de azulejos más representativos del siglo XIX, es hoy un museo muy visitado. Conocido por haber iniciado su carrera artística pintando tabuletas (tablillas o placas con indicaciones de interés público), Ferreira vivió en un edificio de azulejos en una gama de colores entre el sepia y el amarillo, con un frontón triangular y el ojo de la providencia acompañado por la estrella de cinco puntas. Flanqueando las ventanas centrales del edificio, alineadas en vertical, hay seis figuras alegóricas en hornacinas, vestidas con atuendos de la época clásica, que representan la ciencia, la agricultura, la industria y el comercio; y dos elementos naturales como la tierra y el agua.
Más adelante nos encontramos con la iglesia de San Roque que por estar cerrada no podemos visitarla pero nos dijeron que no dejáramos de verla por si riqueza decorativa interior. Acordaros si pasáis por aquí y veis su austera fachada, en el interior se esconde una verdadera joya. A escasos metros esta el mirador de San Pedro de Alcántara desde el cual puede divisase el barrio antiguo de Lisboa, el atardecer desde esa posición es espectacular.
Bajamos caminando por el recorrido del elevador de Gloria, una calle empinada donde se cruzan los elevadores, uno que baja y otro que sube. En toda la calle el arte urbano esta presente. Una vez abajo cruzamos la plaza Restauradores y por detrás del teatro María II llegamos a la esquina de la plaza del Rossio donde se encuentra la Iglesia de Santo Domingo. Al principio no sabíamos de que se trataba pero al ver salir la gente de misa nos acercamos a verla, es una de las Iglesias con mas solera de Lisboa, es bonita y fea a la vez.
Esta iglesia, que era originaria del siglo XIII sufrió el terremoto de 1755 y se reconstruyó como se pudo, intentando dejar visibles los efectos del mismo.
Para colmo, en 1954 sufrió un incendio, el cuál la dio un particular color ceniza.
A destacar su interior de una nave que se encuentra bastante deteriorado en sus paredes y columnas laterales, impresiona su interior todo calcinado. Parece ser que en el interior de esta iglesia la Inquisición también quemaba a los infieles y personas que ellos no consideraban de su agrado. Todos los lisboetas quieren casarse en esta Iglesia en la cual la lista de espera se prolonga más de un año.
Igualmente, el hecho de que en la iglesia de Santo Domingo hace pocos años predicara un cura de raza negra, originario de Guinea-Bissau, ha convertido la zona aledaña a dicha iglesia en punto de reunión de esos guineanos que antaño iban a escuchar a su cura paisano y hoy, por costumbre, se reúnen allí para departir y saber sobre las últimas noticias de su país.
A escasos pasos una muchedumbre de gente se agolpa en una tasquita tan pequeña que prácticamente caben 5 o 6 personas dentro, con estanterías llenas de una bebida rojiza que se toma en vasos de chupitos. El camarero no da a basto para servir Ginjinha a todo el que pasa por allí, te la puedes tomar con o sin fruto, y te cuesta 1€. Tanto turistas como lisboetas se paran un rato a degustar este aguardiente de cerezas, una bebida fuerte pero que tiene un sabor dulce. La Ginjinha Registrada o Espinheira es la más emblemática. Es propiedad de la quinta generación de la familia Francisco Espinheira, el gallego que comercializó por primera vez la bebida, allá por 1840, aconsejado por un fraile de la iglesia de San Antonio. Su éxito se debió, según las crónicas de la época, a que era dulce y barata, lo que la convirtió en la bebida típica de Lisboa.
Hay que tomarse una ginjinha, como dice la canción "Dar de beber à dor" (dar de beber al dolor). Aquí cantada por Ana Moura una de las reinas del Fado. Este es uno de esos lugares típicos de Lisboa que no puedes dejar de visitar.

Nos marchamos a cenar y dormir el día ha sido agotador pero a merecido la pena.



4º DIA BELEM PARQUE DE LAS NACIONES Y BARRIO ALTO.

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