miércoles, 20 de abril de 2011

BELEM PARQUE DE LAS NACIONES Y BARRIO ALTO

4º DIA BELEM PARQUE DE LAS NACIONES Y BARRIO ALTO


Ya estamos en  nuestro 4º día de viaje, como siempre temprano arriba, sin desayunar nos cogemos el metro y nos bajamos en Cais do Sodre, es una estación intercambiador de transportes, metro, autobuses, trenes, barcos y como no, tranvías, donde cogemos el 15E, que es como un autobús pero todos los que llevan la "E" son eléctricos, son bastante mas rápidos que los de madera. Ese tranvía nos lleva hasta Belém. Belém es el recuerdo vivo de las épocas de esplendor de Lisboa y el país. Desde su puerto partían las carabelas en busca de nuevas tierras.
Una vez en Belém desayunamos en la pastelería Belem, la reconocerás por sus toldos azules, dentro un entramado de salones llenos de mesas, donde seguramente se llenaran algún día en especial.
Los portugueses, al igual que los italianos, los españoles o los latinoamericanos, tienen diferentes formas de pedir café. Los más comunes son:
Galão: Se pronuncia “galaum” y se trata de una especie de café con leche, con un poco más de café que de leche. Usualmente servido en un vaso largo.
Meia de Leite: Se pronuncia como se escribe. Se trata de un café con leche más equilibrado que el Galão.
Estos están buenísimos si se acompaña de algún dulce. Especialmente bueno con un “pastel de nata (o de belém)” Estos pasteles se sirven calentitos, la receta secreta, perteneciente al monasterio de los Jerónimos, fue transmitida a los maestros pasteleros y el lugar fue puesto en marcha en 1837. Según cuenta la leyenda, estos pasteles siguen teniendo la misma receta que hace casi dos siglos. Curioso que se llamen pasteles de nata, porque aparentemente no llevan nada de nata. Están hechos con una fina tartaleta de hojaldre rellenos de crema.
Hay estadísticas que dicen que diariamente son hechos más de 20.000 pasteles (con récords de 55.000 al día). Con tales números está demás decir que se hacen unas largas filas que pueden llegar hasta las afueras del local. Afortunadamente el servicio es rápido y no pasarán más de 2 minutos hasta que puedas tener un pastel de belém derritiéndose en tu boca.
En todas las mesas tienes dos recipientes de latón uno con la canela y otro con el azúcar glass para espolvorear sobre tus pasteles. Definitivamente un crimen pasar por Lisboa y no conocer este lugar a probar  los deliciosos pastéis de belém. Un café con dos pastelitos suele costar 3€. Puedes encontrarlos en otras cafeterías, pastelerías y centros comerciales, pero como los de Belem ningunos.
Después de desayunar, nos dirigimos a escasos metros donde se encuentra el Monasterio de Los Jerónimos, abre sus puertas a las 10.00 horas, son las 9.55 y hay muchísima cola. RECOMENDACION: si no quieres esperar mucho tiempo vete temprano, ponte en la cola sobre las 9.40 y serás de los primeros.
En vista que llegaban todos los grupos a primera hora y la cola, después de 30 minutos, no había avanzado ni un metro, nos dirigimos a ver la torre de Belem antes de que llegaran los grupos.

Cruzamos la Plaza del Imperio, una inmensa explanada con una gran fuente central construida para la exposición del Mundo Portugués de 1940.
Lo primero que nos encontramos es el Monumento a los Descubridores.
El monumento actual es una réplica del que fuera construido con hierro y cemento. El momento escogido fue la conmemoración de los 500 años del fallecimiento del Infante Don Enrique, conocido como Enrique el Navegante, y la inauguración tuvo lugar en agosto de 1960. el monumento se levanta en forma de carabela alcanzando una altura de 52 metros. A ambos lados, el escudo de Portugal destaca en lo alto, mientras que sobre la puerta de entrada está grabada la espada de la dinastía Avis. Llama también la atención de ver las 33 figuras de héroes ligados a los Descubrimientos portugueses.
En el suelo frente al monumento se encuentra representada una enorme brújula (Rosa de Los Vientos) de 50 metros de diámetro en cuyo centro hay un Mapa Mundi adornado con carabelas que indican las principales rutas de los descubridores en los siglos XV y XVI. Fue un regalo del gobierno de Sudáfrica.
En el interior una sala de proyecciones, un auditorio y un ascensor que te eleva hasta lo más alto para ver desde las alturas, los alrededores.

Seguimos caminando por el muelle, a unos 500 metros está La Torre de Belem, una torre que aunque, a simple vista, parece pequeña el interior da mucho de si.

La torre es una fortaleza defensiva del acceso a Lisboa a través del río, sustituyó a un antiguo navío artillado anclado allí, lugar desde donde partían las naves para las Indias. Originalmente fue erigida en una especie de isla cercana a la playa y según muestran dibujos de la época, el río la rodeaba completamente. El avance de las construcciones progresivas sobre las aguas del Tajo hizo que la torre quedara prácticamente "amarrada" a la orilla.
Con el tiempo la estructura fue perdiendo su carácter defensivo original y fue utilizada como aduana, puesto telegráfico, faro y como prisión para presos políticos en el nivel inferior. Algunos historiadores sostienen que debido a su altura y a su ubicación, poco disimulada en el paisaje, la torre fue creada en realidad para funciones administrativas más que defensivas. Esta torre tiene un decoración abundante de estilo manuelino, que reúne elementos distintivos tales como esferas armilares, cuerdas retorcidas y cruces de la Orden de Cristo

Estructuralmente, consiste en una torre cuadrangular que se eleva sobre un bastión con forma de hexágono irregular que apunta hacia el río. Una sencilla pasarela permite acceder desde la orilla y tras atravesar un puente levadizo se entra directamente al bastión.
El bastión era la parte afectada a la defensa propiamente dicha y consistía en una gran cámara abovedada con paredes de 3,5 metros de ancho, donde dieciséis aberturas permitían disparar los cañones que todavía hoy se pueden observar. Una abertura central en la parte superior permitía la disipación del humo provocado por la pólvora.
Una segunda línea de fuego se disponía en la terraza, donde hay un pequeño santuario con una representación de Nuestra Señora del Buen Suceso. En los ángulos de esta plataforma sobresalen pequeñas torres cubiertas por cúpulas moriscas y adornadas con figuras de animales. 
La torre alcanza una altura de 35 metros y consta de cuatro pisos y la terraza. A la altura del segundo piso, un balcón con arcadas y balaustrada muestra reminiscencias venecianas.
Dentro de la torre una escalera en espiral y estrechos pasillos dan acceso a los tres primeros niveles Sala del Gobernador, Sala de Audiencias y Sala de los Reyes que estaban dedicadas a funciones administrativas, y en el cuarto piso hay una capilla.
En el Sótano las mazmorras, con una altura del techo un poco incomoda, de un metro y medio aproximadamente. Desde la terraza en la parte superior las vistas del paisaje de Belem y el río Tajo son espectaculares.


A la salida de la torre ya había cola para poder visitarla, como el aforo es pequeño la espera es mas o menos de unos 20 minutos.

Volvemos al Monasterio de los Jerónimos para ver si ya no había cola, y cual es nuestra sorpresa, había mucha más, y lo se movía nada de nada, daba casi la vuelta a la fachada principal, después de meditar un rato optamos por visitar el palacio de Ajuda, y dejar el monasterio para mañana, cogemos un autobús, el 729, que nos deja en la parte de atrás del palacio.

Nos dirigimos a la parte principal y nos encontramos con la Torre del Gallo, muy famoso en Portugal, solamente una torre con unas campanas y un reloj, con un gallo en lo más alto, nadie nos puede informar de la historia de esta torre. A escasos metros se encuentra la Entrada principal del Palacio de Ajuda, semiderruido por la huella del terremoto, con Guardias Nacionales Republicanos (Guardia Civil, en España) por todos lados, este palacio que fue utilizado por la familia real portuguesa como residensia habitual, en la actualidad es un museo histórico.
Cabe destacar el techo en el Jardín de Invierno que fue un regalo del virrey de Egipto, la sala de música y su preciosa porcelana oriental, el Salón de Baile. Pero lo más impresionante el enorme Salón del Trono que ocupa toda el ala sur, y el comedor con sillas cubiertas de seda, y frescos en el techo en alusión al nacimiento del rey João VI. Tampoco se deben pasar por alto la interesante colección de relojes que se distribuye por todo el palacio.

En los jardines podemos observar un pavo real albino.
Como es hora de comer regresamos a Lisboa cogiendo el tranvía 18E que recorre todo el barrio de belem y llega hasta el intercambiador cais do sondre.

Ya por la tarde, después de comer, nos acercamos a ver la Iglesia de Santa Engracia, (El Panteón Nacional) que el día anterior no pudimos por estar ya cerrado. La construcción de esta iglesia comenzó en el año 1682, pero sólo fue concluida casi 300 años más tarde.
Por este motivo los portugueses suelen decir risueñamente “como las obras de Santa Engracia” para señalar que una obra es interminable...en su interior se guarda los restos de presidentes de Portugal, de importantes escritores, como Joao de Deus, Almeida Garrett y Guerra Junqueiro, y de la recordada cantante de fado Amalia Rodrigues, así como monumentos conmemorativos de figuras destacadas de la historia, tales como Vasco da Gama, Alfonso de Albuquerque, Enrique el Navegante y el famoso poeta Luis de Camôes, entre otros.
La iglesia posee una planta centralizada en forma de cruz griega y en cada esquina hay una torre cuadrada cuyos pináculos nunca se terminaron. La fachada tiene forma ondulada como los diseños barrocos de Borromini. En la cara principal podemos ver tres hornacinas con estatuas y en el portal barroco por el que se accede a la iglesia podemos apreciar el escudo de armas de Portugal adornado con dos ángeles. El armonioso interior del panteón está dominado por los espacios curvos de la travesía central y las naves. El suelo y las paredes están decorados al estilo barroco con mármol policromado. A la cúpula o cimborrio se puede subir pasando por el coro, en el cimborrio hay una terraza que al no ser visitada por mucha gente se respira una paz inmensa y unas vistas del viejo barrio de Alfama, el puerto y el río tajo. Es un momento de descanso al sol, que en esta tarde de primavera se agradece. 
Después de salir del Panteón, la verdad es que nos costó pues se estaba muy a gusto en la terraza, bajamos hacia el puerto por las viejas calles del barrio, casas viejas, calles muy empinadas y adoquinadas, hasta llegar al Museo Militar. Muy cercano a este museo está la estación de Santa Apolonia donde cogemos el tren de cercanías y nos dirigimos hacia el Parque de las Naciones, estación de Oriente, una impresionante estación de trenes, buses y metro diseñada por Santiago Calatrava, con su espectacular techo abovedado.

El Parque de las Naciones es la zona moderna de Lisboa que se extiende en 5 km. a lo largo de la ribera del río Tajo, fue el emplazamiento de la Exposición Universal de 1998, Centros comerciales con edificios muy modernos se combinan con amplias avenidas y paseos junto al río, salpicados de esculturas y fuentes modernistas, algunas de formas realmente curiosas.
El paseo de las banderas deja en la memoria todos los países que participaron en la muestra.

También para la exposición se construyó en un tiempo record de 18 meses el puente Vasco da Gama, que cruza el Tajo conectando con Montijo. Con sus 17 km. de longitud, de los cuales 10 km. suspenden sobre el agua, es el puente más largo de Europa. En el trabajaron simultáneamente hasta 3.300personas y costo 897 millones de euros. También indicar que el Puente Vasco de Gama ha sido diseñado para aguantar vientos de hasta 250Km/h y para soportar terremotos.
Un teleférico con un recorrido de 1 km. surca el parque, pasa por delante del Pabellón Atlántico, una gigantesca sala de conciertos y otros eventos culturales con capacidad para 15.000 espectadores, llama la atención su curiosa forma similar a la de un platillo volante y termina su recorrido en La Torre de Vasco de Gama que evoca la vela de un barco y con sus 145 metros es el edificio más alto de Lisboa. 

Volvemos a Lisboa en metro, al entrar en la estación de Oriente observamos que todas las paredes están cubiertas de baldosines decorados, uno de ellos, el más famoso, el conejito apresurado de Alicia en el País de las maravillas. Llegamos hasta la Plaza de Restauradores y pasamos a recorrer los dos elevadores que nos quedan pero antes decidimos tomar otra copita de Ginjinha, pero a uno metros de la tasquita, otro pequeño garito, ofrece chupitos igualmente a 1€ pero de Licor Eduardino.
Eduardino es una bebida que recibe su nombre de un payaso famoso en la ciudad que siempre acudía a este local antes de sus funciones para 'prepararse' con este dulce licor de 25º que se recomienda beber frío. La fórmula es secreta y su elaboración es casi artesanal. Su sabor es como en España el anís dulce.
Nos dirigimos al Elevador do Lavra, el más antiguo de la ciudad, 1884, es un pequeño tren cremallera que nos sube hasta el jardín-mirador de Torel, cuando fue construido trabajaba a vapor, en el interior del
 elevador se mantiene cual réplica de siglo XIX, los asientos extensos son de madera lustrada, las ventanas también de madera de época son amplias y rectangulares, el viaje silencioso se nos hace corto,
llegamos al Jardín-Mirador de Torel un mirador poco visitado y muy tranquilo con unos bancos en los cuales se pueden apoyar los pies, las vistas y estas tumbonas bien merecen unos largos minutos de descanso.

El jardín-mirador cierra sus puertas al anochecer, bajamos igual que subimos, en el elevador y al llegar abajo cruzamos la avenida Liberdade y cogemos el elevador da gloria que nos lleva al barrio alto.
El Barrio Alto es una de las zonas mas pintorescas de la ciudad, convirtiéndose desde hace algún tiempo en centro de animación nocturna.
Las calles empinadas, adoquinadas y estrechas dan un toque bohemio que bien merece fotografiar, una de las calles mas fotografiadas es la calle Bica Duarte Belo, en la que transita el Elevador da Bica, uno de los mas utilizados para subir al Barrio Alto.
Su entramado de callejuelas con las terrazas de los restaurantes y bares que ocupan toda la calle, los carteles luminosos anunciando el fado hacen de estas calles un atractivo especial.
Como no podíamos irnos de Lisboa sin escuchar Fado, Buscamos un sitio que no estuviera muy concurrido, nos perdimos por el laberinto de calles y encontramos un lugar donde parecía un museo del fado todas sus paredes estaban forradas de fotografías y carteles de cantantes y espectáculos de fado, creímos que estaba cerrado por que no había nadie, nos sentamos en una de sus mesas, mientras en la calle, empezaba a llover, como no teníamos prisa, pedimos unos vinos de la tierra y escuchamos esa música tan peculiar que es el fado, nos dijo la camarera, por cierto simpatiquísima nos hizo una foto y todo, que por la noche cantan fado en directo, y que el ambiente empieza más tarde, la verdad que sin ambiente se estaba de maravilla, y como el tiempo no acompañaba pasamos allí un buen rato.
El fado es a Portugal lo que el tango a Argentina y el flamenco a España.
Como ha sucedido tantas veces, el Barrio Alto era ese tipo de sectores decaídos hasta la vergüenza, llenos de delincuencia y prostitución. Con el correr de los años, el impulso que le dio el vecino barrio de Chiado y la cada vez mayor llegada de turistas, el Barrio Alto volvió a florecer. Se llenó de jóvenes vanguardistas y ahora es uno de los sitios más populares a la hora de irse de copas.
Igual algo de esa vieja decadencia aún se respira. De hecho, no es raro que le ofrezcan hachís en cualquier esquina con el mismo desparpajo e insistencia que los de un mozo que intenta captar clientes para su restaurante. Sin embargo, cualquier sábado por la noche el sitio se llena (Barrio Alto es completamente peatonal). Después de tomarnos un par de vinos, por cierto baratos, baratos, 1.50€ cada vino, nos disponemos a cenar, entramos en un bar que era a demás marisquería y tengo que haceros una RECOMENDACIÓN: en todos los bares, cafeterías y restaurantes te ponen según te sientas un platito con unos quesitos unas mantequillas y unas aceitunas, como si fuera un aperitivo, pero si no quieres sorpresas dile al camarero que te las retire sin haberlas probado, por que te pueden cobrar por ello hasta 4€, casi más que un primer plato, que no te de reparo en despreciarlas por que ya están acostumbrados.
La cena, también barata, fue a base de pescados, muy buenos por cierto. Después de cenar a dormir ya que al día siguiente regresábamos a España y nos quedaba por visitar algunas cosas. 

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